Blog
CREO EN TI, BEBE
Más allá de respetar e incluso admirar al sensato hombre digno de confianza en el que te has convertido como adulto. Yo creo en ti, bebe.
Aun conociendo tus miedos y sabiendo cómo te limitas a ti mismo. Yo sigo creyendo en ti, bebe.
Iluminaste mi vida con tu preciosa vida, iluminaste mi hogar con tu encantadora sonrisa, me hiciste crecer y aprender a superarme y me sigues haciendo reír asombrada por tu ingenio y agudeza. Sigues siendo mi super-bebe. El amado, el deseado, el soñado y por eso más allá de tus propias dudas: Yo sigo creyendo en ti, mi bebe.
Y tienes mi apoyo incondicional, porque sé que mereces ser feliz, hijo. Eres una creación divina, producto integro de amor y tu vida es muy preciada, una autentica bendición, para los que te amamos. Creo en ti, bebe.
Porque eres digno de confianza, porque tú vales muchísimo, aunque tú no lo creas o lo sientas así en este momento. Amo tu vida desde tu primer aliento. Amo todo de ti: Contenido y continente. Para mí eres único y excepcional. Creo en ti, bebe.
También a pesar de mis miedos o de mis dudas a no poder serte de más ayuda, de sentir que mereces mucho más de lo que yo puedo brindar y ofrecerte en este momento de mi vida. Esa seguridad de la que yo misma ya no dispongo. Creo en ti, bebe.
Porque sé que eres muy consciente tanto de tus limitaciones como de la de los demás. Me siento orgullosa de tu madurez y de tu sentido común. Me gusta que defiendas tu espacio y que lo hagas desde el propio y merecido respeto al espacio de los demás. Amo tu nobleza. Creo en ti, bebe.
Sé lo inteligente y valioso que eres y sé que llegarás tan lejos como te propongas, sólo tienes que creer en ti y por eso, mi gran amor… yo, con toda mi alma:
¡Creo en ti, bebe!
Amo tu vida. Siempre te amaré, bebe. Tengas la estatura o edad que tengas, eres y, en mi más íntimo yo, para mí siempre serás mi amado bebe.
Marisa Rubio Pedrero
Gracias mi amor por compartir el pasado puente conmigo en Cartagena. Gracias por tu preciosa vida. Sigo manteniendo que eres mi mejor creación. Te amo siempre!!!
Gracias amado universo por seguir regalándome estos preciosos serendepitys haciéndonos escuchar y recordar una letra de canción que describía el preciso momento: mi ahora contigo, tu ahora conmigo, nuestro “juntos de nuevo” en el momento.
www.youtube.com/watch?v=XpbV9DyMWuo
Gracias, a ti, papá desde tu cielo, y a ti, mamá, desde tu tierra, por vuestro amor y confianza incondicional. Gracias por creer en mí. Os amo con todo mi Ser!!!
Y millones de gracias, a ti, amado lector por leerme, seguirme y hasta compartir mis escritos. ¡Gracias por creer en ellos que son creados para ti de mí con todo Amor!
Pdta: Este texto lo dono como autora para participar en la Antología Solidaria "Cartas de Amor" a favor la de la Asociación Debra, que lucha por ayudar a los niños y niñas que sufren la enfermedad rara "Piel de Mariposa".
Déjame explicarte porque lloro o no lo hago. Fácil. Difícil. Frágil, así me siento. Rota, en ocasiones. Triste, de vez en cuando. Pero siempre... extrema.
Marisa Rubio Pedrero
Como este mi primer microrrelato publicado en un premio nacional que contiene la esencia de toda una historia, de toda una vida y de toda una declaración de intenciones. Donde he tenido que aprender a cambiar “extrema” por “equilibrada” por decreto existencial.
Porque a veces la vida nos lleva por lugares desconocidos, por donde nosotros no habíamos planeado pasar ni siquiera en nuestras pesadillas. Es así. A veces se toman estos cambios como oportunidades de dar un giro a nuestras vidas. Puede ser. ¿Por qué no? La verdad es que cada cambio supone un aprendizaje vital, un reinventarse en ocasiones, nos obliga a tomar riesgos saliendo de nuestra pequeña zona de confort (por pequeña que está nos pareciera), nos hace replantearnos que es lo verdaderamente importante y es aquí cuando nos encontramos con la esencia de lo fundamental. Al igual que te ves invitado a revisar el peso de tu mochila cuando te planteas hacer el camino de Santiago a pie y te toca aprender lo que realmente necesitas para vivir tu día a día. También es cierto que luego por avatares de la vida, olvidas estas pequeñas esencias de lo fundamental, sin más supercherías, es un rasgo de nuestra humanidad, como olvidar el dolor una vez superado. Lo cual parece más bien un regalo del universo para recordarnos que cada día quedan retos por superar, lecciones por aprender, sueños por los que emocionarse y luchar, pequeñas cosas de las que disfrutar que algún día para nuestra sorpresa recordaremos con “cierta añoranza”, si no supimos vivirlos en su momento, o con el orgullo de yo lo hice posible.
El duelo la mayoría de las veces nos invita a este tipo de reflexiones. Al menos en mi caso ha sido así. Cada día valoro más lo más pequeño, lo más esencial. Y me siento bien en mi pequeñez. Claro que me gustaría disfrutar enormemente de grandes cosas BUENAS, así que mientras estás llegan o no, me dedico a disfrutar de mis PEQUEÑOS tesoros: esos momentos chiquititos de autenticidad, de esencial plenitud, de verdadero e incondicional amor hacia los esenciales en tu existencia: familia, amigos, compañeros de buenos momentos y apoyos en los malos. Y así sigues, haciendo tu camino, paso a paso, sin expectativa grandilocuentes, valorando cada gramo de satisfacción interior que te recuerdan que tú estás aquí por algo y que eres importante para algunos por lo que eres, no por lo que tienes.
Y vives con intensidad cada momento, cada respiro, cada una de las pequeñas cosas que te pasan. Así, por tonto que suene, una se siente abundante en sus minúsculos momenticos. Es como cuando sientes por un bebe un amor infinito, una ternura que hace que cada poro de tu piel quiera proteger su preciosa vida. ¡Así de intensa es la vida! La suma de muchos pequeños momentos de alegría nos pueden dar un resultado grandioso si lo queremos apreciar.
Estás han sido mis intensas y mínimas vacaciones, en un lugar que existe como Teruel y como yo, pequeña viajera de sueños. Nada más.
Me despido del año sencillamente con un gracias a la vida que se me ha dado tanto y acompañado: ¡Gracias familia del alma, desde lo más profundo!
La vida, esta fortuna que apenas apreciamos, preocupados en lo que tenemos, en lo que nos falta y en lo que consideramos que hemos perdido, para mí tiene mucho más que agradecer, lo iré haciendo... empiezo por aquí, por esa esencia de mi ser a los que siempre agradeceré sus preciosas vidas y como por algún sitio había que empezar voy con mi "familia", esa incondicional de sangre o de sentir que siempre están ahí, pase lo que pase. Prometo hacer una peli para mis amigos, conocidos y demás acompañantes de vida a los que agradezco su presencia preciosa en mi vida. Hoy empiezo mi ronda de gratitud por esto tan íntimo que va desde mi propia vida a la de las que he tenido el gusto de dar, de acompañar y amar hasta el presente.
https://www.youtube.com/watch?v=YnMzkjRx7rE
En estos días en los que algunos acariciamos la idea de que nos toque la lotería de Navidad como el Santo Grial de nuestras oportunidades a mejorar de estas miserias que nos afectan, y que no lo son a la vista de ningún representante político (la otra lotería de este año que se realizara en la misma semana). De corazón espero que nos toque la de Navidad que tanto necesitamos la mayoría. En algo más que un auto de fe quisiera confiar en que nos tocará la de los gobernantes para el mayor bien común. El caso es que debo de ser poco creyente, por más que lo intento me cuesta “creer” en ese cambio que nos prometen y que la experiencia nos demuestra que se queda continuamente en la urnas y que sólo beneficia a quienes tienen el poder. En fin…
Un cuento navideño, que ya tenía ganas de contar cómo algunos deseos se pueden hacer realidad en estas mágicas fechas: “Un cambio de nada”. Así que pedir bien, no sea que se nos vaya a conceder y nos toque una lotería inesperada jjj.
UN CAMBIO DE NADA
Veintidós años trabajando en electrodomésticos Vicente, veintidós años casado con su esposa, veintidós años con el mismo uniforme azul cobalto marchitado «y veintidós años jugando al mismo maldito número de Navidad: el 06722, que al menos eso se podría evitar, digo yo», piensa, abriendo con su ennegrecida llave el cierre de entrada a la tienda.
Aquel veintidós de diciembre había llegado el primero, así que, dejando el cierre a medio echar, desactivó la alarma y se dirigió al cuadro de luces a activar toda aquella verbena de artificios, colores, imágenes y runrunes que despertaban a los aparatos dormidos. En el televisor más grande ya estaban los niños de San Ildelfonso con su repiqueteo:
— Nueve mil quinientos doce.
— Mil euros.
— Veinte tres mil doscientos trece.
— Mil euros.
Era la Primera de televisión española. Nuestro hombre pensaba que a pesar de todo lo que nos contaran había cosas que nunca cambiaban, el sorteo del estado se retransmitía en la Primera como siempre y lo único que cambiaba es que los chavalines de San Ildelfonso cantaban mejor las pesetas que los euros. Eso sí que se notaba.
Una señora se acerca hacía él. Sus compañeros ya habrán llegado. La tienda está abierta y hay que ponerse a la faena. Le sonríe sin demasiada convicción y espera a que se acerque a su humilde mostrador para preguntarle qué desea. Ella no duda en responderle: «Que me toque el gordo». Nuestro hombre se queda descolocado, es natural, él no se siente la lámpara de Aladino, así que carraspea un poco, hasta contestar:
— Y... ¿en qué otra cosa la podría ayudar?
Hay cambio de niños en la Primera, se llenaron los alambres de la segunda tabla, por lo que llegan risueños para cantar un rotundo pelirrojo y una trenzada preadolescente. «Tendrá la edad de mi hija», piensa él, «.Llegó tarde, pero al menos llegó. Ese es el consuelo de los que no esperamos nada nuevo».
Se está sintiendo mal, está empezando a notar que desearía que todo fuera distinto, le quema la garganta y lo vomita:
— ¡Ojalá todo fuera diferente!
— Seis mil setecientos veintidós
— Tres millones de euros
Y se reaviva el entusiasmo en los chicos que acaban de cantar el gordo:
— Seis mil setecientos veintidós
— Tres millones de euros —extiende su son, la chica de las trenza, emocionada, dirigiéndose a la mesa de la junta a mostrar su bola al presidente.
«No puede ser. No puede ser», se repite una y mil veces: «No puede ser».
— ¡Eh, usted qué hace ahí!
— ¿Cómo que qué hago? Trabajo aquí —responde nuestro hombre.
Don Vicente en persona se dirige hacia él asegurándole que él nunca ha trabajado allí. Inauguró aquella tienda hacía más de cuarenta y cinco años. Ya conocía perfectamente a sus empleados, entre los cuales él seguro que no se encontraba.
— ¿Pero qué dice? Si llevo más de veinte años trabajando a su servicio.
— ¡Qué no, hombre! ¡Qué no! Salga de ahí ahora mismo o haré llamar a los guardias de seguridad.
— ¿Pero qué...
No pudo acabar la frase. Fue lanzado a la calle como si cualquier cosa. Allí se queda, paralizado en mitad de la calle Bravo Murillo. No puede salir de su estupor. La gente que se lo cruza le mira como a bicho raro, pues no parece tener aspecto de mimo, y si lo es, dónde se supone que le tienen que echar el dinero. No sabe qué hacer. No puede reaccionar. Se ha quedado anclado en aquella acera.
De repente, en un soberano esfuerzo, se le ocurre consultar su reloj. Es ya la una de la tarde. Se pregunta cuánto tiempo lleva allí. Comienza a moverse lentamente, despacito, con cuidado como para no romperse. Y poco a poco, consigue desplazarse hasta la parada del autobús. Tendría que regresar a casa, piensa aterrado: No sabe cómo lo va a explicar. En realidad no entiende lo que pasa.
Sube las escaleras de su casa, como si fuera vestido con una escafandra. No quiere llegar, pero llega a la puerta de su vivienda. El parkinson de su mano hace estragos en el bolsillo de su chaqueta, notando como sobresale el billete de lotería de su pequeña cartera, busca con desazón, casi como para no encontrarlas, las llaves de su hogar. Las encuentra, a pesar de todo, incluida su propia resistencia, sabe que no le va a quedar otra que emplearlas para entrar. Sujetando con una mano la otra con la llave, aquella que trata de fugarse de entre sus dedos, procura encajarla en la ranura sin conseguirlo. Y empieza a timbrar, con idéntico resultado. Nada.
Termina rindiéndose y se desploma sobre el segundo peldaño de su rellano. Se sujeta la cabeza entre las manos. Por qué no puede entrar en su casa, se pregunta. Hasta que finalmente, escucha las voces familiares de su hija y su mujer.
— ¡Por fin! —exclama aliviado— ¿Dónde estabais, mujer? No consigo abrir la puerta.
La mujer sobresaltada coloca a su hija detrás de ella, haciéndole de escudo humano.
—¿Usted quién es? —pregunta la mujer.
— ¡Coño! ¿Cómo que quién soy? —grita con desesperación— Tú marido.
— Mi marido está muerto —afirma contundente, abriendo la puerta de su casa para entrar arrastrando a su hija con ella.
— Pero hija... —ruega, tratando de coger la mano de la pequeña antes de que su madre cierre la puerta tras de ella— ¿tú también?
Demasiado tarde, la casa se ha clausurado para él. Ambas, al otro lado de la puerta, lo escuchan arañando como cachorrillo, suplicándoles que le dejen pasar a casa.
— ¡Jo, mamá —implora la hija con lágrimas en los ojos—, me da tanta pena!
— Nada hija —la responde, alejándose ambas de la puerta y bajando el tono de su voz para no ser escuchada—. Así aprenderá. No se queja siempre de su vida, no dice que ojalá cambiara todo, pues, toma cambio.
— Pero es excesivo...
— ¡Excesivo! —exclama la madre— Excesivo es que lleva veintidós años trabajando para Don Vicente, y el muy hij... —se contiene al ver la expresión lastimera de su hija— El muy cretino —continua—, para la única vez que se le encarga comprar la lotería de Navidad, no va y cambia de número. ¡El muy ...
— Ya, mamá —solloza la niña—, pero es demasiado castigo.
— Bueno, anda, deja de llorar —la consuela, acariciándola el pelo—. Déjale estar ahí sólo un ratito más, para que recapacite. ¿Vale mi amor, un cuarto de hora, te parece bien?
— Mejor, diez minutos. —dice mimosa, echándole los brazos al cuello.
¿Y QUÉ?
AHORA PODEMOS.
AHORA QUEREMOS.
¿Y QUÉ?
EL TIEMPO PASÓ.
¿Y QUÉ?
LA VIDA SIGUE.
CON LO BUENO
Y CON LO MALO.
SOMOS. ESTAMOS.
¿Y QUÉ?
QUE EL AMOR LLEGUE AHORA.
¿Y QUÉ?
¡TONTERÍAS DEL ARROZ PASADO!
Autora: Marisa Rubio Pedrero
La temática de esta II edición era “La infancia en la vejez”, y no pude dejar de tentarme por ese momento en el que todos nos volvemos como niños que es cuando nos enamoramos y volvemos a vivir desde la ilusión, porque nunca es tarde… ¿Y qué… si el amor nos llega tardío?
Fue un placer repetir en esta segunda convocatoria en el Enclave Joven del Auditorio Monserrat Caballé en la Villa de Arganda del Rey. Se duplico la presencia de poetas literalmente, de 11 el año pasado este fuimos 22 llegados de muy diversos puntos de la geografía española y alguno de último momento, de dos horas de recital el año pasado a casi cuatro este año, de estar arropados por un par de Asociaciones a estarlo por 10, 9 de ellas literarias.
Me quedo con todo lo bueno: la involucración y el buen rollo de la mayoría de los participantes y un ¿Y qué? a esos del veni, vidi, vici; me quedo con el duro esfuerzo organizativo y la ayuda que se prestó por parte de los asistentes en su promoción y buen desarrollo, así como en ese compartir "común al evento" y un ¿Y qué? para los de "yo, me, mí, conmigo" en su exclusividad; por supuesto, me quedo con la celebración, con la apertura, con las risas que se sueltan una vez pasado todo el mogollón y me quedo contigo amig@ de letras!
Apurada como siempre en esta humanidad de tiempos a los que hay que tratar de ajustarse: quiero unirme con todo cariño a ese 31 Aniversario de Librería Bravo que Manuela Bravo, su propietaria y alma mater ya inició con algunos recuerdos. De regalo, va mi adaptación teatral de “Arsénico por compasión”, versión Fuenlabrareña qué tanto nos divirtió hacer. Y si alguien se la perdió brindarle la oportunidad de echarse unas risas de las sanas con este clásico del humor negro cuya lectura dramatizada se celebró en Librería Bravo el 17 de Junio de este año.
Tengo la penosa sensación de qué me he dejado de acompañar,
sencillamente, sin más, esa compañera vital se ha derrumbado…
Quién lo iba a sospechar de ella, mujerona fuerte y valiente;
se rinde sin más batalla, sin más pretensión… se ha escacharrado.
¿Para qué… para qué soñar, para qué crear, para qué inventar…
para qué seguir forzando algo que no se te puede dar, corazón?
Déjalo estar, hace tiempo que la vida te ha dejado de acompañar.
Marisa Rubio Pedrero
Estoy pensando en mis “Heroínas de lo cotidiano” a las que ya mencioné el otro día, esa colección de cuentos y relatos que tratan de ser publicados desde hace más de un año entregándose con mimo a pequeñas y creíblemente más cercanas editoriales, y de qué forma decir en bonito qué esas fabulosas criaturas y sus fantásticas hazañas en las que todos nos veremos reconocidos no ven la luz editorial que las muestre con toda su calidad y humanidad, languideciendo en algún mail olvidado, en alguna pila de papeles almacenados o lo que es más duro trituradas ya antes de nacer al mundo literario. Y claro, es una cruel responsabilidad el de alguna forma sentirme culpable de que así sea, por no tener la nacionalidad adecuada que acredite la seriedad de mi oficio como escritora y mi compromiso literario, o más triste todavía no ser una figura mediática capaz de arrastrar a masas de seguidores que garanticen en firme unas ventas en las librerías para el pequeño y muy duro mundo editorial, y ya más tonto todavía no contar con esos “apoyos” que confieren el estatus de cualquier origen. Ni que decir tiene que yo misma cómo una de esas heroínas de lo cotidiano sea descartada como autora aun teniendo calidad para ser publicada, por el simple hecho de ser una anodina mujer de cincuenta años incapaz de conseguir cumplir su sueño de ver reconocido el trabajo de toda una vida y el inmenso AMOR a su oficio de escritora. Y sí, son “malos tiempos para la lírica” como decían los magníficos Golpes Bajos y por eso precisamente es más necesario que nunca la unión y el apoyo por parte de todos los que amamos la literatura, tanto lectores, como escritores, editores, libreros y demás amantes de la más bella de las formas de expresión y comunicación que existe: la palabra escrita y que respetemos en todo su inmenso valor tanto su contenido, como la audaz labor que hay por parte del autor, las horas de desvelos, el agotamiento al que puede llegar a conducir ese continuo parto de ideas, la inevitable sequia por la que también tenemos que pasar en esas épocas de barbecho donde se están germinando las nuevas cosechas de ideas creativas, y todas esas preciosas horas de intima soledad en las que el autor se tiene que retirar del mundo para escribir y crear un MUNDO SORPREDENTE para compartirlo y que lo disfruten todos los lectores de ese mismo mundo que el autor habita y que de forma humilde trata de mejorar CREANDO POSIBILIDADES.
Pido por ello el esfuerzo de demostrar ese amor profundo que todos tenemos a la más bella de las artes: LA LITERATURA.
Al LECTOR que lea y que comente lo leído tanto con otros como con su propio autor que necesita nutrirse con esos comentarios de sus lectores y que gocéis del muy gratificado y además gratuito ARTE DE COMPARTIR y etiquetar tan de agradecer en las redes sociales para aquellos autores que todavía no hemos podido publicar, esos inéditos qué haberlos haylos: para saber y sentir que a pesar de todo tenemos lectores e incluso seguidores y que sigamos sin más pretensiones sintiendo vuestro apoyo en nuestros blogs que es lo único que nos compensa y anima a seguir escribiendo. Qué ya sé que la economía de todos pasa por este interminable momento de precariedad para tantos de nosotros, pero que se siga haciendo el esfuerzo por parte de los PROVEEDORES EDITORIALES de que los libros no sean un lujo adquisitivo y que puedan estar al alcance de todos, y que esos lectores que veamos ese esfuerzo lo compensemos, aunque para hacerlo tengamos que privarnos "los que pueden permiterselo" de otros caprichos más efímeros que un buen libro que nos acompañara durante el resto de la vida en lugar de descargarlo*, comprando esos libros o e-pubs, para pagar ese trabajo que es CREAR UN LIBRO, y que todos lo que nos dedicamos a ello podamos vivir de nuestro trabajo. Y que ya puestos a comprar que lo hagamos en esas pequeñas LIBRERIAS de nuestros barrios que ya no saben que inventarse ni para sobrevivir ni para complacer al potencial cliente, dónde sus libreros nos escuchan y nos atienden dándonos un trato personalizado y humano; no como en un centro comercial en el que compramos el éxito editorial de turno al tiempo que la leche para todo el mes (por alguna razón soy una intolerante de la leche!!!)jjj Salvemos también a el pequeño comercio, ese” de toda la vida” y no hagamos que se siga muriendo bajo el peso de esa especulativa comodidad de “todo de golpe” donde siempre me llevo más de lo que no quiero que de lo que realmente iba a buscar, como en un “chino” y no me extiendo más en una comparación tan clara de lo que fueron nuestras tiendas de ultramarinos y demás pequeños comercios, tristemente desaparecidos. A las EDITORIALES les pido también que lean los libros que reciben y que apuesten por publicar a los autores en base a su calidad y no pensando en cifras de negocio y de ventas…ya, ya sé que pido demasiado para la que está cayendo pero pensar que a lo mejor por un casual ese libro que no publicáis a lo mejor, puede que sea ese Harry Potter que dejáis pasar de largo.., por eso pido que apuesten por la gente joven que comienza con todo su ímpetu, pero que no olviden a los que llevamos toda una vida de dedicación, que tenemos grandes ejemplos de autores muy maduros que han sido grandes éxitos de ventas además de galardonados con los premios más prestigiosos del mundo literario a pesar de su tardía incorporación en ellos. Porque la escuela de la vida es eso: vivencias y experiencias, y eso sólo te lo da el paso por la vida, que es tan lícito como las ganas de empezar a vivir e innovar, dejando tu marca en el mundo que quieres crear. Y ahora sí, como dirían los mexicanos: “Echando los restos”, a mis compañeros de oficio los ESCRITORES: que ya sabéis lo dura que es esta profesión donde nadie regala nada la mayoría de las veces, donde celebremos los éxitos de los amigos y discípulos, pese a la mala fama que tenemos de ir a la nuestra; os pido, sólo eso qué parecerá la luna; a los que han publicado que apoyen públicamente al valiente que se atreve a seguir aquí aún sin poder publicar, que apadrinéis, que “apapachéis” (precioso termino), a esos compañeros o pupilos en los que creéis: que ya sé que vuestras vidas se llenan de obligaciones entre promoción y promoción y que además tenéis que sacar un rato y grande para continuar con tu oficio de escribir y que encima se espera que atiendas tu vida personal ,si es que ya no has renunciada a ella o la has tenido que dejar para mejor momento, bajo el propio peso de la supervivencia y atención a otras tantas obligaciones; os pido que recordéis los momentos de apoyo de otros, gracias a los que tú publicaste aquel tu primer libro y que devuelvas ese favor en gratitud para que la vida literaria no se paré en ese punto de YA ESTÁ, solté lo mío!, privando al mundo de otras también preciosas criaturas. Y a esos otros pobres ESCRITORES NOVELES, ANÓNIMOS O DESCONOCIDOS, sencillamente como yo misma, nos pido que no desistamos, que no dejemos de escribir y de seguir creando esos maravillosos mundos que son cada escrito y esas amadas y únicas criaturas que los habitan en toda su humanidad de personajes de ficción o palabras del alma, y que se quedan llenando nuestras vidas y la de los lectores mientras los tenemos como compañeros de existencia, algunas veces INOLVIDABLES.
Y por supuesto no me olvido del Arte de Aprender y Enseñar de este noble oficio que es el de Escribir, y de lo que ya hablaré otro día.
Marisa Rubio Pedrero
*Descargar un libro: cosa que yo no apruebo pero que me he visto obligada a hacer al no poder de ninguna otra manera adquirirlos, qué ya es triste dada mi extensa biblioteca y que los libros siempre han sido siempre mi pasión e inversión, pero sí de momento no los puedo pagar, ni tengo de lo que privarme para adquirirlos, ni me son facilitados... pues, ¡ándale!
Tan contradictorio y tan cierto: Con esos colores luminosos, únicos, bucólicos la naturaleza como cada año nos recuerda que en su horas todo recobra la calma en nuestro ser, en nuestro pequeño y limitado universo.
La creatividad tiene un adentro, un seno oscuro en el que se alojan las miles de semillas que son promesas de vida y que no pueden ver la luz hasta que empiecen a brotar, arropadas en el vientre de la madre tierra que es nuestra naturaleza creativa.
Todo cae con la caída de las hojas, mientras el árbol regresa a su seno, a su raíz. Y el ser humano a su ser, a su latir soñado. Y por fuera se ve un derrumbe, un desmoronamiento mientras dentro aparece la luz todavía muy pequeña de una hoguera interior.
En estas horas del otoño la creatividad entra en su propio sueño y llega a pasar horas a la sombra, en la penumbra en la oscuridad, cálidamente abrazada por la madre tierra, para revivir en primavera.
Todo revive al calor del silencio. Todo árbol plantado se vuelve otoño, se vuelve silencio.
El Otoño nos recuerda a la muerte al tiempo que a la vida, porque nos evidencia el sentir del corazón, puede que fatigado en su latir, y su amor a la vida.
En este otoño es como que aparentemente mi vida se apaga. Lo cierto es que la vida se reúne y se congrega en el seno del silencio para después renacer. Y puede ser que parezca presa de su adentro, de su interior, de su propio seno.
Es mi otoño, que es paciente con cierta dosis de impaciencia. Es despojo, desapego, trasparencia, se me caen las hojas y mi bosque se muestra tal cual es. Cuando se me han caído las palabras, cuando se han detenido mis deseos, cuando han cesado mis expectativas, mi alma se ha vuelto transparente de la trascendencia que le habita.
Y aquí estoy aprendiendo a ser otoño para después ser primavera y huir de la oscuridad precipitándome a esa radiante luz del día.
Estas son mis primeras acuarelas que he pintado sobre el otoño: mi estación del año favorita por sus colores. Las pinté en verano.
Marisa Rubio Pedrero