¡Hasta siempre, amado Club de Lectura!
Llevo casi dos semanas muriéndome de la pena para tomar esta decisión, que después de la de dejar a mi hijo irse a vivir con su padre por su bienestar, está siendo para mí tan dolorosa como la de “abandonar” y “ceder, sin ni siquiera petición” de nuevo a mi más que preciada criatura a un hogar mejor que el mío, a la que he concebido desde el más infinito amor, le he dado la vida, amado y he cuidado con toda la devoción y dedicación del amor incondicional de una madre.
Sé por las sabias palabras de Khalil Gibran que:
“Tus hijos no son tus hijos
Son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
Pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas,
Porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, son lanzados (…).
Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea hacia la felicidad”
Y ya sé lo difícil que es practicar el desapego, cuando se ama tanto como se ama a los hijos, pero la vida me ha enseñado bien que dejar ir, no es dejar de amar, sólo es conceder esa libertad de vivir su propia vida al ser amado. Y sí, una vez realizada tu buena labor de crianza, disfrutar tú también de vivir tu propia vida y, lógicamente como la artista que soy seguir creando y dando vida a nuevas criaturas, porque la vida no se para en un solo parto, la vida continua, necesita continuar dando vida, creando constantemente y no se puede crear con una dedicación constante a algo en concreto que no desea seguir creciendo bajo tus cuidados.
También sé por experiencia que como dice el Eclesiastés 3:
Todo tiene su tiempo
Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo:
tiempo de nacer, y tiempo de morir;
tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar;
tiempo de derribar, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír;
tiempo de lamentarse, y tiempo de bailar;
tiempo de lanzar piedras, y tiempo de recoger piedras;
tiempo de abrazar, y tiempo de rechazar el abrazo;
tiempo de buscar, y tiempo de dar por perdido;
tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de rasgar, y tiempo de coser;
tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de odiar;
tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Y es el tiempo para mí, de encontrar un tiempo nuevo, que me encuentro congestionada de horas interminables de preparar clases, hacer apuntes, aprender y aprender para poder enseñar, preparar encuentros, solicitar citas en lugares públicos, viajes interminables nunca remunerados, y un sin fin de cosas más que tengo que hacer para ganar solamente “el pan” con el sudor de mi frente y el coste de mi salud que se empieza a manifestar fuerte y claro. Un tiempo de calidad merecido y ganado. Y vivir, queridos. Vivir mis tiempos, tanto los atados a la obligación como los concedidos a la devoción, al disfrute o a la sencilla pausa. Porque para que quiero vivir si no tengo tiempo de hacerlo, porque “Todo mi tiempo” está ocupado en hacer para los demás, lo cual es maravilloso y me encanta siempre y cuando pueda yo también disfrutar de mi tiempo y tratarme con el mismo cuidado y atención con el que trato a los demás.
Así que dejar ir a mi amado Club de Lectura es un acto doble de amor para mí: Me voy con el orgullo por todo lo creado y compartido, con la satisfacción de saber la obra que he realizado y su enorme valor, con la dignidad de un trabajo bien hecho y de su incuestionable aportación más allá de las lecturas realizadas, sabiendo que he contribuido a mejorar la vida de muchas personas; para ahora contribuir a mejorar la mía con el amor que le corresponde. Y seguir luchando por mis sueños como siempre, “sin prisas, pero sin pausas” como decía Rosana en su canción: “Me voy a vivir Mi vida”.
Agradezco sinceramente a todos y cada uno de los miembros del Club de Lectura tantos momentazos estupendos de compartir lecturas, risas, comidas riquísimas, confidencias, emociones y un sinfín de ratos inolvidables, algunos maravillosos y otros más amargos, qué de todo nos ha llovido. Agradezco a Manuela Bravo el que creyera en mis sueños tanto del Club de Lectura, como de sus adjuntos hermanitos los Talleres, y me diera la oportunidad de ponerlos en marcha en su librería, ayudándome a hacerlos posibles; brindándoles un cálido hogar en el que han crecidos sanos y felices. ¡Qué mayor deseo para una madre!
Agradezco a todos los miembros de su familia, que siento como la mía propia, su incondicional apoyo y cariño a su librería y negocio, al que le ha venido tan bien esta preciosa criatura que es el Club de Lectura para marcar “su” diferencia. Y como no, agradezco desde lo más profundo de mi corazón el preciosísimo lujo de las visitas de nuestros autores que nos han enseñado a mirar con ojos distintos los libros y muy amablemente nos han brindado gratuitamente su tiempo, sus conocimientos, sus complicidades y talentos, y que sin duda alguna han dado una buena parte del impulso a este precioso Club de Lectura al que creé con tanta ilusión y sin valorar el esfuerzo, de ponerlo en el estrellato de los Club de Lecturas más reconocidos y sin duda de éxito, y que lógicamente consiguieron tener un escaparate de lo más lúcido para vender sus libros y ser leídos por un exquisito Club de Lectura.
Así que gracias, gracias, gracias a Ana Cañil que rompió el hielo de las visitas con su calidez, a mi buen amigo Pedro Crenes con el que tuvimos el placer de degustar sus microrrelatos, a mi queridísima amiga del alma Vanessa Montfort que nos enamoró con su deliciosa elegancia natural, a la simpatiquísima e imaginativa Irene Ferb y su locura de cielo, a la encantadora Patricia Bermejo que se dejó secuestrar con total amabilidad, a la sorprendentemente divertida Nieves Concostrina que casi consigue “matarnos” de las risas para leer nuestro epitafio y por último a la muy prolifera y magnifica novelista Paloma Sánchez-Garnica.
Y bueno amado Club de Lectura no olvides que siempre te voy a querer, que sigo siendo tu mamá, que sigo estando ahí para cuando quieras creer necesitarme y poco más. ¡Te deseo una larga y feliz vida, como te mereces!
Y este no es un adiós como creativa y como ser humano, es hasta siempre porque os llevo en el corazón y “creo” haberme ganado vuestra amistad más allá de la librería, sabéis que he estado cerca de vosotros con toda honestidad y sé, porque lo he sentido, que hemos tenido preciosos momentos de gran complicidad y apoyo, y espero que sigamos teniendo muchos más.
Es un hasta pronto, que me podréis encontrar si me queréis buscar, porque voy a seguir haciendo cosas estimulantes y dando mis talleres donde los pueda ajustar a mis tiempos y a lo que considero “su valor” en estos tiempos que vivimos que precisamente yo ya sé lo difíciles que son y que será mi propio hogar. Y vaya usted a saber, puede ser qué hasta incluso acabe yendo como invitada a algún Club de Lectura con mi obra publicada.Porque como profesional me debo un respeto y si bien no se me puede retribuir económicamente por el valor de mi trabajo, que menos que se reconozca de alguna forma mi aportación al estado de buena salud del que disfruta mi labor, tanto es así, como a un reconocimiento de mis criaturas creadas con mi imaginación y amamantadas con mi esfuerzo, mi propia personalidad, con el producto de mis sueños y bien nutridas con mi trabajo, conocimientos y compromiso.
Así que no dejéis de leer, de crecer, de soñar…y Feliz Vida, amados lectores!
Marisa Rubio Pedrero, autora inédita y lectora empedernida, a la que no le importa volver a emprender desde cero, qué ya va teniendo musculo; aunque siga padeciendo de esa incertidumbre tan humana de ¿qué será de mí?, pero… ¿Quién dijo miedo?
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