Lujos que me permito después de dar una clase: sentir todo.
Las ramas susurran tu nombre.
Las hojas llueven tus recuerdos.
Hélices ligeras de colores otoñales caen acariciando la hierba,
y amortiguando el paso del caminante que te añora.
La ardilla juguetona explora las protuberancias de tu tronco confortable.
El trinar de los pájaros canturrea tus alabanzas,
en serenata viva y coral de tu suave alegría.
La brisa me acaricia el rostro de alma enamorada.
Huelo tu perfume a tierra y agua.
La corriente fluye con mis sentimientos hacia ti.
Me aligero como nube que flota y vuela
en un cielo amablemente azulado.
El sol me devuelve tu calor
y la vida brilla entorno a mí,
encendiendo el deseo de verte.
Amable vida que abrazo desde tu naturaleza pletórica.
Las abundantes bellotas me saludan desde el suelo
con sus sombreros y me dan sabor a besos.
Y observo como todas las sendas me llevan a ti.
Me despiden los árboles en su armonioso contoneo.
Regreso a casa.
¡Vuelvo a ti: mi hogar, porque te amo!
Autora: Marisa Rubio Pedrero