DÉJAME DECIRTE
Déjame explicarte porque lloro o no lo hago. Fácil. Difícil. Frágil, así me siento. Rota, en ocasiones. Triste, de vez en cuando. Pero siempre... extrema.
Marisa Rubio Pedrero
Como este mi primer microrrelato publicado en un premio nacional que contiene la esencia de toda una historia, de toda una vida y de toda una declaración de intenciones. Donde he tenido que aprender a cambiar “extrema” por “equilibrada” por decreto existencial.
Porque a veces la vida nos lleva por lugares desconocidos, por donde nosotros no habíamos planeado pasar ni siquiera en nuestras pesadillas. Es así. A veces se toman estos cambios como oportunidades de dar un giro a nuestras vidas. Puede ser. ¿Por qué no? La verdad es que cada cambio supone un aprendizaje vital, un reinventarse en ocasiones, nos obliga a tomar riesgos saliendo de nuestra pequeña zona de confort (por pequeña que está nos pareciera), nos hace replantearnos que es lo verdaderamente importante y es aquí cuando nos encontramos con la esencia de lo fundamental. Al igual que te ves invitado a revisar el peso de tu mochila cuando te planteas hacer el camino de Santiago a pie y te toca aprender lo que realmente necesitas para vivir tu día a día. También es cierto que luego por avatares de la vida, olvidas estas pequeñas esencias de lo fundamental, sin más supercherías, es un rasgo de nuestra humanidad, como olvidar el dolor una vez superado. Lo cual parece más bien un regalo del universo para recordarnos que cada día quedan retos por superar, lecciones por aprender, sueños por los que emocionarse y luchar, pequeñas cosas de las que disfrutar que algún día para nuestra sorpresa recordaremos con “cierta añoranza”, si no supimos vivirlos en su momento, o con el orgullo de yo lo hice posible.
El duelo la mayoría de las veces nos invita a este tipo de reflexiones. Al menos en mi caso ha sido así. Cada día valoro más lo más pequeño, lo más esencial. Y me siento bien en mi pequeñez. Claro que me gustaría disfrutar enormemente de grandes cosas BUENAS, así que mientras estás llegan o no, me dedico a disfrutar de mis PEQUEÑOS tesoros: esos momentos chiquititos de autenticidad, de esencial plenitud, de verdadero e incondicional amor hacia los esenciales en tu existencia: familia, amigos, compañeros de buenos momentos y apoyos en los malos. Y así sigues, haciendo tu camino, paso a paso, sin expectativa grandilocuentes, valorando cada gramo de satisfacción interior que te recuerdan que tú estás aquí por algo y que eres importante para algunos por lo que eres, no por lo que tienes.
Y vives con intensidad cada momento, cada respiro, cada una de las pequeñas cosas que te pasan. Así, por tonto que suene, una se siente abundante en sus minúsculos momenticos. Es como cuando sientes por un bebe un amor infinito, una ternura que hace que cada poro de tu piel quiera proteger su preciosa vida. ¡Así de intensa es la vida! La suma de muchos pequeños momentos de alegría nos pueden dar un resultado grandioso si lo queremos apreciar.
Estás han sido mis intensas y mínimas vacaciones, en un lugar que existe como Teruel y como yo, pequeña viajera de sueños. Nada más.
Etiquetas:
Dolor | Duelo | Perdón | permitir | Amar | Amistad | Comunicación | Ilusión | imaginar | soñar | Creatividad | Confianza | Crear | Creer | Compromiso | Profesional | Vocación | Inspirar | sanar | Motivar | Coordinar | Valores | jugar | escribir | descubrir | leer | compartir